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Simón Rodríguez


Conocido generalmente como el Maestro del Libertador, es una figura histórica de la cual se sabe y se habla muy poco actualmente; muy a pesar de haber sido uno de los hombres con mayor visión de futuro y perspectiva histórica del siglo XIX.

Nace en la Caracas Colonial de la Provincial Venezuela en octubre de 1769, fue hijo “Natural” (así se llamaban a los niños que nacían fuera del matrimonio), abandonado en la casa de un cura apellidado Carreño, algunos autores sostienen la hipótesis que era hijo de dicho párroco, el cual lo crió y le otorgó su apellido, recibiendo una educación enteramente eclesiástica como era lo común de la época.

En 1791 el cabildo de Caracas lo nombra Maestro de una escuela para niños a la cual asistirían Simón Bolívar y Andrés Bello. En el año 1794 redacta un informe al cabildo donde señala los vicios que adolece la Educación de ese entonces y propone soluciones para remediarlos; advierte al cabildo 6 objeciones que destilaban toda la angustia de su reflexión, dicho informe será ignorado por las autoridades.

En el año de 1797 es co-participe en la Conspiración de Gual y España y se ve obligado a exiliarse, no pisaría suelo americano en los próximos 26 años. Cambia su nombre a Samuel Robinsón; Samuel como el Rey fundador de la nación de Israel, y Robinsón como el naufrago de la isla caribeña de Defoe; conservaría la S y la R de su primer nombre apellido.

En Estados Unidos trabajaría en un imprenta, lo cual le sirvió para perfeccionar su ingles, luego iría a Europa en la que se encontraría con Bolívar en 1804, se ganaba la vida dando clases de español, el reencuentro con Bolívar sería clave tanto para su visión y planteamiento educativo como para el destino del que sería “El Libertador”; Samuel le propone a Bolívar ir a Roma, tierra de Cesares y Papas, como una manera de sacar a aquel muchacho de la vida de exceso que estaba teniendo en París, en su viaje por la campiña francesa, su paso por Milán y la Entrada en los Estados Pontificios, Maestro iba narrando a su alumno los grandes acontecimientos históricos ocurridos en dichas tierras en otrora épocas, hasta que llegó ese momento cumbre en Monte Sacro; “Venga conmigo maestro, tenemos mucho por hacer”__No, mi momento vendrá después que tu hayas ejecutado tu obra; tu revolución será en el campo de batalla, la mía será en la Escuela…

Pasarían casi 20 años para que se volvieran a ver, ya Samuel Robinsón volvía a ser Simón Rodríguez, se instala en Santa Fe de Bogotá con la intensión de ejecutar su método innovador en la enseñanza; el Maestro debía enseñar divirtiendo, y mas que una mera memorización y repetición de frases, la escuela debería convertirse en un taller, en el que no solo se enseñara a leer y escribir, sino también un oficio para la vida, en la que se enseñe a trabajar, en la que tanto niñas como niños se conviertan en hombres y mujeres capaces de valerse por si mismos; constantemente repetía una frase “El que nada sabe cualquiera lo engaña, el que nada tiene cualquiera lo compra”; y preparando a las personas desde la infancia tanto con luces como con habilidades para el trabajo, no iba a ser fácil engañarlos, y al poderse valer por si mismo no iba a resultar sencillo comprarlos, de esta manera tendríamos como resultado a un hombre ideal, a un ciudadano completo capaz de convivir armónicamente en sociedad, un verdadero republicano; y si lo que se quería que hacer República lo mas importante era formar Republicanos. En Bogotá va a fracasar en su intento por la poca atención y poco apoyo que le daban las autoridades de la época, es cuando Bolívar lo manda a llamar y aquel decide ir a su encuentro recién terminada la Batalla de Ayacucho.

En la nueva Nación creada en honor al Libertador, Bolívia, es designado por el libertador para reformar la educación de ese país, ante él el sueño de su vida, ya todo sería posible; pero no logra entenderse con el Mariscal Sucre y decide renunciar.

El descenso del poder de Bolívar, las traiciones, los atentados, y la tuberculosis acabaron con la vida del único hombre que tal vez podía hacer posible su sueño a gran escala; porque así debía de ser para toda la América Española, sin intentar imitar modelos extranjeros, el nuestro debía adecuarse a la realidad única que se vivía en estas tierras; “o inventamos o erramos”; pero no sería posible, haría varios intentos en algunas ciudades de Ecuador, Perú y Chile, pero eran en proporción muy pequeña; sus métodos no eran bien vistos por la sociedad conservadora y religiosa de la época, juntar a niños y niñas en una misma escuela, ¡Que Escandalo…!

Pasaría sus últimos días en Ecuador trabajando como maestro, y la muerte lo encontraría ya bien anciano en 1854, moriría con una gran sensación de fracaso, de no haber podido ejecutar su obra, obra de la verdadera Libertad, ya que si bien es cierto las armas nos dieron la independencia, no es menos cierto que la Educación era la única que podría darnos autentica libertad…

Hoy en día Don Simón Rodríguez es usado como referencia, estudiosos en la parte Educativa escriben libros y se elaboran tesis doctorales mención publicación sobre las ideas de este inmenso hombre; hasta se creo un programa de alfabetización llamado Misión Robinsón… Resultado?…. lo que esta a la vista no necesita anteojos”; pero considero que dicho fracaso no es tanto porque las ideas de Rodríguez estén erradas, sino que solamente hemos usado su nombre como referencia y no hemos puesto en practica su esencia; buscamos imitar modelos ajenos (y eso no solo en la educación, sino también en la política, economía, administración, ciencias) que no se adaptan a una realidad que es propia de nosotros; y mientras sigamos dándole mas importancia al mensajero que al mensaje, seguiremos arando en el mar como lo hemos venido haciendo desde 1810.






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